•El paso del cometa

El 14 de noviembre de 1680, el astrónomo alemán Gottfried Kirch descubrió un cometa tan brillante que se veía incluso durante el día. Su enorme cola llegó a medir 70 grados, más de la mitad del cielo que alcanzamos a ver. Todo el mundo cayó en un estado de pánico; lo mismo quienes tenían estudios, vivían con lujo y gobernaban, que los menos favorecidos, pues en aquellos tiempos se creía que los cometas eran mensajeros celestes cuya misión era anunciar hambres, guerras,
terremotos, inundaciones, epidemias, la muerte de papas y emperadores…

Eso mismo creía Eusebio Francisco Kino, un jesuita que observó el cometa desde Cádiz, el puerto español, cuando se preparaba para viajar como misionero al Nuevo Mundo. Kino, como la mayoría de quienes se ocupaban de estos asuntos en aquellos años, basaba sus ideas en los escritos de grandes científicos y filósofos de la Antigüedad griega y latina.

Pero no todos creían en esas supersticiones. En la otra orilla del mar océano, en la capital de la Nueva España, apoyándose en las teorías modernas —Newton, Tycho Brahe y compañía—, el historiador, científico, filósofo, astrónomo y matemático Carlos de Sigüenza y Góngora publicó en 1681 su Manifiesto filosófico contra los cometas, donde los declaró inocentes de toda culpa respecto a cualquier tipo de magnicidios y catástrofes naturales.

En este libro, la contienda científica, ideológica y de clases entre Kino, el europeo, y el novohispano Sigüenza y Góngora, sirve de marco y de fondo a una fantasía concebida para la televisión. Un pequeño grupo de personajes —que incluye por lo menos a un fantasma— da cuerpo a los conflictos que fueron fraguando el nacimiento de nuestro país.

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Oskar y Jack

La historia, escrita por Andrés Roemer —ganador del premio “Emilio Carballido” por la obra de teatro El otro Einstein— e ilustrada por el artista Arnaldo Coen, sucede durante el invierno de 1979, en la comunidad de Berlín del Este. Es un hecho documentado sobre la vida de unos gemelos idénticos separados a los tres meses de vida y reunidos 46 años después en la casa de su madre. Uno de ellos: Oskar, fue criado como católico en la Alemania de Hitler y se convirtió en miembro de las juventudes Hitlerianas. El otro hijo: Jack, en contraste, fue criado como judío en Trinidad y Tobago y se convirtió en oficial de la marina israelí. El argumento podría parecer el de un thriller mediocre; pero es real.

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Otro Einstein, El

“En el guión teatral en cuestión, se pretende dar a conocer la faceta oculta de El otro Einstein. La de su vida privada, la desconocida, la de sus congéneres, la de sus familiares, la de la relación con sus parejas, con sus pasatiempos, con sus secretos, con sus espejos. Revela pues, vivencias generalmente silenciadas. El sentido es: ¿Cabe preguntarnos por qué una obra de El otro Einstein? Y ¿por qué es relevante para el lector?
La obra invita a cuestionarnos sobre nuestro propio otro yo: luces y sombras desdibujadas por nosotros mismos –o en el caso imaginario- por los seres que han convivido con lo nuestro de manera más cercana”.

A. Roemer

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