El año 2010 fue crucial para la sociedad mexicana y su denominada cultura nacional: el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución no sólo constituyeron un acto político que propuso la celebración masiva de dos procesos históricos importantes, sino también un parteaguas social que dio pie a la crítica y la valoración. Este mismo año marcó una transición en la seguridad: la violencia entre elementos del crimen organizado; entre éstos y las fuerzas del orden; incluso la violencia directa o indirecta hacia la ciudadanía, pusieron en entredicho la justicia, el respeto de los derechos y a la vida de las personas.

“México 2012. Nada que celebrar”, es la manera en que se promociona la película mexicana El Infierno, la cual, vista desde las ciencias sociales, es un performance a la vez que una burla de la sociedad y cultura mexicana contemporánea. A través del filme, no sólo vemos la instrucción dentro del narcotráfico, matizada a través de reglas, códigos, simbolismos, prácticas y relaciones dentro y fuera del mismo, sino también las formas en que el tejido social, nosotros mismos, hemos caído en un infierno.

Aquí se reúnen reflexiones sobre dicha película, con contenidos sugerentes, incitadores y provocadores, donde la cruda realidad se torna más comprensible desde el ámbito de la sociedad, la cultura y la política.