Esta obra tiene tres propósitos, en primer lugar abordar el tema de los menores infractores en la frontera norte; en segundo estudiar los contextos y circunstancias que afectan a la cultura e identidad de los grupos vulnerables migrantes; y en tercer lugar dar a conocer el papel que desempeñan las instituciones que atienden a dicha población. La autora considera en su estudio tanto a las instituciones gubernamentales como a las no gubernamentales y a las eclesiásticas. Asimismo, considera a menores de edad migrantes, abandonados o maltratados.

El estudio se realizó en tres ciudades fronterizas, a través de 1294 encuestas recabadas en varias escuelas. Rocío Hernández afirma que hablar de derechos humanos de los menores de edad en la frontera norte de México, es hablar de algo inexistente. La problemática planteada es la de los menores de edad infractores que no cuentan con programas o políticas públicas eficientes y de calidad que los atiendan y prevengan su deserción de esas instituciones para después integrarse a grupos delictivos. Concluye que la posibilidad de contar con medidas disciplinarias para los menores infractores, diferentes de las actuales, implica altos presupuestos y proyectos científicos sociales claros y reales.